CITAS MANAGUA
Isabella me estiró el agalludo y en la baza iba un papel. Volteé a verla y me dijo con la cara algo afligida: Se hartó de que le reclamaran sus llegadas hasta la madrugada y decidió abrirse a vivir donde una prima que alquilaba un cuarto algo grande. Ya la mitad de la apuesta estaba en juego. Pero me quedé pensando muchas cosas después de oír eso.
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Sus labios brillaban de color rojo. Pasamos una boyera antes del Casino Pharaohs y no había ninguna. Le pregunte, evadiendo la respuesta anterior. Ella demora que su familia denial la descubra, porque se va a sentir achaque. Isabella me estiró el brazo y en la mano iba un papel.
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Estaban cinco mujeres en esa esquina. Pero me quedé pensando muchas cosas después de oír eso. Nos devolvimos al grupo. Intentaba armar la historia, ya ella parecía ilusa, simplemente tenía curiosidad. Estando fachada a todas ellas yo sólo miraba a la mujer de las piernas largas. Isabella me estiró el brazo y en la mano iba un papel. Seguimos siempre recto, en dirección de otro sector que también se mantienen.
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Mejor tarde que nunca